09 enero 2015

NO HAY MILAGRO EN LAS DIETAS

(Diario Información, 9 febrero 2013. Para leer el artículo completo tal y como apareció en el diario, pincha aquí)


Pirámide de una alimentación saludable. Según las pautas
de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (2004).
Hay dos momentos principales a lo largo del año en el que miramos de forma especial la báscula: después de las fiestas navideñas y en la operación biquini de primavera. Entonces nos ponemos en manos de dietas que prometen una pérdida de peso rápida y sin esfuerzo. Pero, ¿existe alguna dieta así? NO.

En 2007, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ya advirtió de la ausencia de base científica y de los peligros que las dietas milagro suponen para nuestra salud. La dieta de la Clínica Mayo, la “Dieta disociada”, la “Dieta de Atkins y la “Dieta del grupo sanguíneo” son algunos ejemplos que entonces se analizaron. La “Dieta Dukan” se añadió más tarde por recomendación de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN). A pesar de estas advertencias, lo cierto es que cada año en España se gastan millones de euros en este tipo de dietas y en productos para adelgazar. De modo que, ¿en realidad somos conscientes del riesgo?

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Existe una alternativa: EDUCAR. Educar para seguir unos hábitos de vida saludables. Y los dos pilares fundamentales son una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico.

Para empezar, debemos averiguar si existe exceso de peso y para ello se utiliza el índice de masa corporal (IMC). Se puede hablar de kilogramos de más cuando hay exceso de grasa corporal, no pudiéndose aplicar cuando es consecuencia de una gran masa muscular. El IMC se obtiene dividiendo el peso en Kg por la altura en metros al cuadrado. Si este valor está entre 20 y 25 el peso es normal; de 25 a 30 es sobrepeso y a partir de aquí, obesidad. Estos parámetros se han establecido en base a la curva de mortalidad que indica menor riesgo para IMC entre 20 y 25. Un ejemplo para ilustrar: una mujer que mide 1.65 m puede pesar entre 54 y 68 Kg.

Si hay exceso de peso, el siguiente paso es averiguar a qué se debe. Un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético es sin duda la razón más habitual. Sin embargo, ciertas alteraciones del metabolismo y algunos fármacos también pueden contribuir. Averiguar, además, los hábitos alimenticios y la cultura nutricional es fundamental para corregir posibles errores y proporcionar una correcta educación alimentaria. La valoración de todos estos aspectos por parte de un experto en Nutrición es esencial.

La base fundamental es una alimentación equilibrada, en la que es importante incluir una gran variedad de alimentos. La frecuencia de los mismos varía dependiendo de los nutrientes que contengan, tratando de reducir la ingesta de azúcar y grasa. La pirámide nutricional elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) es nuestra referencia. Esta pirámide traduce los requerimientos nutricionales a alimentos y determina la frecuencia de consumo de los diferentes grupos. Los alimentos ricos en hidratos de carbono del grupo de los cereales (pasta, arroz, pan) son los que debemos consumir con mayor frecuencia. A continuación las frutas y verduras, que nos proporcionan principalmente fibra, vitaminas y minerales. Los productos lácteos ocupan el siguiente escalón por ser ricos en calcio y proteínas, aunque es conveniente elegir los de menor contenido en grasa, especialmente en los quesos. El último peldaño de los alimentos de consumo diario está formado por carne magra, pescado, huevos, legumbres y frutos secos. Estos alimentos son ricos en proteínas, vitaminas y minerales y contienen una cantidad de grasa variable. De todos los alimentos de consumo diario son los de menor frecuencia, de modo que debemos combinarlos a lo largo de la semana. Más arriba en la pirámide se sitúan los alimentos cuyo consumo debe ser ocasional, debido a su contenido en azúcar y grasa: dulces, bollería, grasas y aceites (excepto el aceite de oliva), carne grasa y embutido.

Algunas sugerencias nos servirán para elegir los alimentos y configurar los menús. Fijarnos en la información nutricional que aparece en la etiqueta de los alimentos nos ayudará a seleccionarlos dependiendo de los nutrientes que contengan. Es aconsejable hacer como mínimo cinco comidas al día. Es fundamental que el desayuno, almuerzo y merienda sean adecuados para evitar llegar a las comidas principales con excesiva ansiedad, lo que hace que nos excedamos en la ingesta. Dos recomendaciones fundamentales: beber 1.5-2 litros de agua al día y no picar entre horas. Elegir ensaladas como guarnición, utilizar el método de cocinado que contenga menos aceite, no repetir plato, masticar bien y tomar fruta de postre son algunos de los consejos  más útiles.


Estas pautas no son válidas sólo para quienes necesiten perder peso, sino para todos. Porque una correcta alimentación ayuda a mantener un peso adecuado y estable y, más importante aún, para que nuestro cuerpo funcione correctamente.