(Diario Información, 9 febrero 2013. Para leer el artículo completo tal y como apareció en el diario, pincha aquí)
Pirámide de una alimentación saludable. Según las pautas de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (2004). |
Hay
dos momentos principales a lo largo del año en el que miramos de forma especial
la báscula: después de las fiestas navideñas y en la operación biquini de
primavera. Entonces nos ponemos en manos de dietas que prometen una pérdida de
peso rápida y sin esfuerzo. Pero, ¿existe alguna dieta así? NO.
En
2007, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria
y Nutrición (AESAN) ya advirtió
de la ausencia de base científica y de los peligros que las dietas milagro
suponen para nuestra salud. La dieta de la Clínica Mayo , la “Dieta
disociada”, la “Dieta de Atkins y la “Dieta del grupo sanguíneo” son algunos
ejemplos que entonces se analizaron. La “Dieta Dukan” se añadió más tarde por
recomendación de la
Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN). A
pesar de estas advertencias, lo cierto es que cada año en España se gastan
millones de euros en este tipo de dietas y en productos para adelgazar. De modo
que, ¿en realidad somos conscientes del riesgo?
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Existe
una alternativa: EDUCAR. Educar para seguir unos hábitos de vida saludables. Y
los dos pilares fundamentales son una alimentación equilibrada y la práctica de
ejercicio físico.
Para
empezar, debemos averiguar si existe exceso de peso y para ello se utiliza el
índice de masa corporal (IMC). Se puede hablar de kilogramos de más cuando hay
exceso de grasa corporal, no pudiéndose aplicar cuando es consecuencia de una
gran masa muscular. El IMC se obtiene dividiendo el peso en Kg por la altura en
metros al cuadrado. Si este valor está entre 20 y 25 el peso es normal; de 25 a 30 es sobrepeso y a
partir de aquí, obesidad. Estos parámetros se han establecido en base a la
curva de mortalidad que indica menor riesgo para IMC entre 20 y 25. Un ejemplo
para ilustrar: una mujer que mide 1.65 m puede pesar entre 54 y 68 Kg .
Si
hay exceso de peso, el siguiente paso es averiguar a qué se debe. Un
desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético es sin duda la
razón más habitual. Sin embargo, ciertas alteraciones del metabolismo y algunos
fármacos también pueden contribuir. Averiguar, además, los hábitos alimenticios
y la cultura nutricional es fundamental para corregir posibles errores y proporcionar
una correcta educación alimentaria. La valoración de todos estos aspectos por
parte de un experto en Nutrición es esencial.
La
base fundamental es una alimentación equilibrada, en la que es importante
incluir una gran variedad de alimentos. La frecuencia de los mismos varía
dependiendo de los nutrientes que contengan, tratando de reducir la ingesta de
azúcar y grasa. La pirámide nutricional elaborada por la Sociedad Española
de Nutrición Comunitaria (SENC) es nuestra referencia. Esta pirámide traduce
los requerimientos nutricionales a alimentos y determina la frecuencia de
consumo de los diferentes grupos. Los alimentos ricos en hidratos de carbono
del grupo de los cereales (pasta, arroz, pan) son los que debemos consumir con
mayor frecuencia. A continuación las frutas y verduras, que nos proporcionan
principalmente fibra, vitaminas y minerales. Los productos lácteos ocupan el
siguiente escalón por ser ricos en calcio y proteínas, aunque es conveniente
elegir los de menor contenido en grasa, especialmente en los quesos. El último
peldaño de los alimentos de consumo diario está formado por carne magra,
pescado, huevos, legumbres y frutos secos. Estos alimentos son ricos en
proteínas, vitaminas y minerales y contienen una cantidad de grasa variable. De
todos los alimentos de consumo diario son los de menor frecuencia, de modo que
debemos combinarlos a lo largo de la semana. Más arriba en la pirámide se
sitúan los alimentos cuyo consumo debe ser ocasional, debido a su contenido en
azúcar y grasa: dulces, bollería, grasas y aceites (excepto el aceite de
oliva), carne grasa y embutido.
Algunas
sugerencias nos servirán para elegir los alimentos y configurar los menús. Fijarnos
en la información nutricional que aparece en la etiqueta de los alimentos nos
ayudará a seleccionarlos dependiendo de los nutrientes que contengan. Es aconsejable
hacer como mínimo cinco comidas al día. Es fundamental que el desayuno,
almuerzo y merienda sean adecuados para evitar llegar a las comidas principales
con excesiva ansiedad, lo que hace que nos excedamos en la ingesta. Dos recomendaciones
fundamentales: beber 1.5-2 litros de agua al día y no picar entre horas. Elegir
ensaladas como guarnición, utilizar el método de cocinado que contenga menos
aceite, no repetir plato, masticar bien y tomar fruta de postre son algunos de
los consejos más útiles.
Estas
pautas no son válidas sólo para quienes necesiten perder peso, sino para todos.
Porque una correcta alimentación ayuda a mantener un peso adecuado y estable y,
más importante aún, para que nuestro cuerpo funcione correctamente.