No sé si les pasará a ustedes que cuando oyen a los expertos en catas describir el aroma y los sabores de un vino se preguntan si en realidad es posible detectar tantos en un solo sorbo. Más allá de catas especializadas y con un toque de fantasía, lo cierto es que los sentidos del gusto y el olfato nos ofrecen la posibilidad de disfrutar del comer, que sin ellos se convertiría en un mero acto fisiológico sin el más mínimo placer.
Hoy ha estado con nosotros Ángel Carbonell Barrachina, Catedrático de Tecnología de Alimentos de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que nos ha explicado cómo funcionan estos dos sentidos. Las células receptoras del sabor y el olor situadas en las papilas gustativas y el epitelio olfativo respectivamente son sólo la mitad de un sistema donde es realmente el cerebro el que aprecia el gusto y el olor de un buen plato cocinado con gusto. La educación ‘sensorial’ es fundamental para identificar estos sabores y olores y resulta curioso que muchas personas confunden los sabores ácido, salado y amargo.